A veces cuando me va ganando ese cosquilleo de cuento, ese
sigiloso emplazamiento que me acercan poco a poco; así a veces cuando
llega la noche me siento pongo una hoja en blanco en el rodillo y empiezo a
tratarme de estúpido, pero a veces, cuando ya no puedo hacer otra cosa que
empezar un cuento, me acuerdo de Adolfo Bioy Casares e inesperadamente quisiera
ser como él para empezar a relatar este cuento, porque siempre lo he admirado
como escritor y como persona, pero nuestras timideces respectivas no nos dejaron
ser amigos, sin olvidar el peso y el océano literalmente tendido entre los dos,
Bioy y yo solo nos hemos encontrado en 3 ocasiones, haciendo mejores cuentas,
primero él en Un Banquete de la cámara Argentina del Libro donde yo me
encontraba por ser el gerente de la asociación y él vaya a saber porque, en ese
encuentro solo nos sonreímos y nuestra conversación estuvo mediada por el
momento en que me pidió que le pasara el salero; La segunda vez fue cuando Bioy
vino a mi casa y me tomo unas fotografías de las no tengo idea la razón , pero
no se puede decir lo mismo del rato que pasamos hablando de Conrad. La última
vez fue una noche que fue a cenar a su casa entonces en buenos Aires y el
hablamos sobra vampiros. Desde luego en ninguna de las tres ocasiones hablamos
de Anabel, y no es por eso que deseo ser Bioy en este momento, sino porque me
gustaría escribir sobre Anabel como él Hubiera Hecho, si la hubiera conocido o
hubiera escrito un cuento sobre ella, en este caso Bioy hubiese hablado
de Anabel como yo seré incapaz de hacerlo, describiéndola más a fondo y
tratando de mantener ese desasimiento entre los personajes y el narrador. Para
mi será imposible puesto que cuando invento personajes no consigo alejarme de
ellos, aunque sepa que es tan necesario, siento que me será imposible porque
Anabel me invadir de entrada como cuando la conocí en buenos aires en los años
cuarenta, ella no podía imaginar este cuento, si aún sigue por ahí, vieja como
yo, sin embargo va hacer todo lo que sea para impedirme escribirlo como quería,
como Bioy si hubiese conocido a Anabel.
3 de febrero
¿Por eso estas notas evasivas?, si Bioy las leyera solo por
hacerme enojar escribía todos los detalles de referencia a lugar, tiempo y
nombre, que según él las justificaría, y en su perfecto inglés:
It was many and many years ago,
In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
By the name of Annabel Lee
Bueno, hubiese dicho, para empezar era una república y no un
reino, Anabel escribía su nombre con una solo ene, many and many years ago
había dejado de ser maiden y que se llamaba Flores y no Lee.
4 de febrero
Curioso que ayer no pude seguir escribiendo, quizá por la
tentación que tenia de hacerlo; sé que es inútil, que si entro en esto tendré
que someterme a su ley y son contar que me faltaba la noción de distancia de
Bioy, para establecer unos puntos específicos en la historia sin dar mucho la
cara, por eso estoy con la idea de escribir todo lo que no es de veras el
cuento y por eso las vueltas en redondo, por eso las ganas de traducir ese
fragmento de Derrida, que no tiene nada que ver con esto pero puede haber una
relación analógica, el fragmento es difícil de comprender y lo traduje un poco
a la que te criaste:
“no me queda casi nada: Ni la cosa, ni su existencia, ni la mía, ni el puro objeto, ni el puro sujeto, ningún interés de ninguna naturaleza por nada…”
Allí Derrida está hablando que hay alguien que se está enfrentado
a algo que le parece bello, y de ahí sale todo eso, me enfrento a una nada, que
es este cuento no escrito, un embudo de cuento, pero de alguna manera siento que eso es Anabel, que Anabel esta allí aunque no haya cuento.
Por la noche
Releo el fragmento de Derrida y veo que no tiene nada que
ver con mi estado de ánimo, sin embargo veo que la analogía esta de otra
manera, presiento que, según Derrida, la persona del fragmento no tiene jamás
acceso a lo bello, y que eso me pasa a mí no tengo y jamás tendré
acceso a Anabel y que escribir sobre ella será imposible. Justo ahora recuerdo
el inició del fragmento de Derrida, justo al principio “No (me) queda Casi
Nada: ni la cosa, ni su experiencia, ni la mía, ni el puro objeto ni el puro
sujeto, ningún interés de ninguna naturaleza”; Después de tantos años me doy
cuenta que no me queda ni Anabel, ni la experiencia de Anabel, ni mi Existencia
con relación a la suya, ni l puro objeto de Anabel ni el puro sujeto de Ella.
6 de febrero
Esta foto de Anabel que la encontré entre las cosas de una mudanza
de hace dos años, puesta como separador en una novela de Onetti, al sacar un
montón de libros viejos, cuando vi asomarse la foto, pero tarde un poco en
reconocerla. Creo que se le parece bastante pero extraño el peinado con el que
vino por primera vez a mi oficina, lo recuerdo por coagulo de sensaciones que
estaba muy ocupado con la traducción de unas patentas; trabajos que debía aceptar
siempre y cuando fueran traducciones, lo peor eran las patentes, había que
pasarse horas pasando la explicar detallada, de un perfeccionamiento en
una máquina de coser o turbinas de los barcos, desde luego sin tener la
menor idea de lo que se explicaba. De seguro Anabel estaba tocando y no
la oí, cuando menos lo pensé estaba al lado de mi escritorio y lo que más se
veía era una cartera de hule brillante y unos zapatos que no concordaban con el
día en Buenos Aires.
Por la noche
¿Estoy Escribiendo un cuento o sigo haciendo apunte para nada?,
Nebulosa madeja que tenía muchas puntas por donde tirar sin saber que va a dar,
Seguir o no las hebras: No me gusta lo consecutivo pero tampoco me agradan los flashbacks que complican tanto el cuento como la
película; si vienen por su cuenta, de acuerdo, al final quien sabe que es el
tiempo; pero no dejarlos como plan de trabajo. De La foto de Anabel
pienso que debí haber hablado mas adelante con otras cosas que le dieran más
sentido; Como Ahora el recuerdo de esa nota pegada con un alfiler pegada e n la
puerta de la oficina, que podría perjudicarme profesionalmente en frente de los
clientes respetables, me hizo gracia infinita leer NO ESTAS, DESGRACIADO,
VUELVO A LA TARDE. Al final ni siquiera vino, porque empezaba su nuevo trabajo,
ese que los diarios llamaban el ejercicio de la prostitución. Ese ejercicio
cambiaba rápidamente a Anabel en el momento en que alcance a hacerme una idea
de su vida, casi no pasa una semana sin que me diga que en el Fénix necesitan copera
y que debe ir pro una semana o que dijera entra suspiros y una mala palabra que
el “yiro” estaba flojo y que debía estar meterse en el de la ‘Chempe’ para
pagar la pieza a fin de mes.
Que mal estoy Explicando esto, a mí también me cansa escribir, echar
palabras como perros en busca de Anabel, como si ellas fueran a traérmela, tal
y como éramos many and many
years ago.
8 de febrero
Lo que es peo, es que me cansa releer para encontrar una hilación
y además esto no es el cuento, de manera que entonces Anabel entro esa mañana
den mi oficina de San Martín y me acuerdo más de la cartera de hule y los
zapatos con plataforma de corcho que de su cara; Yo trabajaba en el viejo
escritorio que había heredado, junto con la vejez de la oficina, y que no tenía
ánimos de renovar. Estaba llegando a una parte compleja de la patente, rodeado
de diccionarios técnicos y con miedo de fallarle a Marval y O’Donnell, quienes
me pagaban las traducciones. Anabel me miró casi con lastima antes de decirme
que su amiga Marucha le había dado mi Dirección. Le pedí que se sentara y por
puro chiqué seguí traduciendo, aunque me bastaba el nombre de Marucha para
saber que todo estaba claro, la dejé Hablar.
9 de febrero
Resistencia a construir un dialogo que tendría más intervenciones
que de otra cosa. Anabel me tenía una carta de William fechada en Tampico con
un mes antes, la traduje en voz alta antes de pasársela por escrito, como me lo
pidió enseguida. Por si se me olvida algo, dijo Anabel sacando cinco pesos para
pagarme, le dije que no valía la pena que ese precio lo había fijado mi ex
socio cuando trabajaba solo, inmediatamente me dijo que los hacía por
bondad y me explicó que por eso aceptaba traducirles las cartas, para tenerlas
más a tiro, Después mi socio se fue del país y heredé la mercadería. Todo iba
muy bien, Marucha las otras me juraron que no le pasarían el santo a ninguna
más y el promedio era de dos por mes con carta para leerles en español y
Traducirles en inglés, Marucha se olvido del juramento y entro Anabel.
10 de febrero
Solo ahora se de veras lo que pasa, pretendo entrar en los
recuerdos como no entre en la vida para al fin vivirla de verás. Supongo
que lo hago por Anabel, finalmente quisiera escribir un cuento en el que ella
se viera como no se ha visto antes, porque Anabel También se movía en el espeso
sucio de Buenos Aires que la contenía y rechazaba como lumpen del puerto y
pieza de mala muerte que dando a un corredor al que daban otras piezas de otros
lumpen, allí se escuchaban tangos mezclándose con broncas, quejidos,
risas, claro cuando Anabel y Marucha se contaban sus porquerías o chistes entre
mates o cervezas nunca frías. Pude arrancar esa imagen manchada de Anabel que
quedaba de ella, como a veces las cartas de William me las entrecava como
alcanzándome un pañuelo sucio.
11 de febrero
Esa mañana me entere que el carguero de William se
encontraba en Buenos aireas y que ahora llegaba la primera carta de William
desde Tampico acompañada con el clásico paquete de regalos. No Habían muchas
diferencias entre las cartas de los amigos de las chicas y sus regalos, ellas
pedían ropa de nailon que era difícil de conseguir en Buenos Aires, y ellos
mandaban los regalos con mensajes siempre románticos y con referentes que
confundían la traducción. Luego las chicas dictaban la respuesta o le daban
borradores llenos de nostalgia, noches de baile y pedidos de ropa. Con Anabel
era lo mismo, cuando termine de traducirle la carta de William en voz alta, se
propuso dictarme la respuesta, pero como yo conocía bien a la clientela solo le
pedí el tema y yo hacia el resto, ella me advirtió que debía tener mucho
sentimiento y que los temas de la carta era cuando volvía William, que Dolly
seguía igual y que le enviase una postal de cada puerto.
Anabel Quedo de pasar al otro día por la carta y cuando vino la
leyó detenidamente y firmo, mientras me entregaba un papelito con la lista
puertos de William y decidimos mandársela al Oakland, ya para entonces teníamos
más confianza. Una semana después ella fue a mi oficina muy ansiosa con un
borrador para mandárselo a William pero yo estaba muy ocupado con unas partidas
de nacimiento y le dije que más tarde la hacía, la firmaba por ella y la
mandaría al salir. A la mañana siguiente estuvo en mi oficina a las once y
media para asegurarse que la carta había sido enviada, entonces fue allí cuando
la bese y que de de estar en su casa al salir.
12 de febrero
No me gustaban las chicas del bajo, me movía en el cómodo mundo de
una relación estable con alguien a quién lo llamaré Susana y la
calificaré de Kinesióloga, solamente a veces había una urgencia de sumersión,
una vuelta a tiempos adolecentes de caminatas solitarias, copas y elecciones
caprichosas, breves piezas musicales y la relectura de este párrafo.
13 de febrero
Ayer me enoje con mi mismo, es divertido ahora, pero lo sabía
desde un comienzo, Anabel no me dejaría escribir este cuento porque en primer
lugar no será un cuento, porque Anabel hará todo lo posible por dejarme en un
espejo. Me bastaba releer este Diario para saber que ella me estaba arrastrando
hacia al fondo de estas páginas, por eso no escribo, al centro donde quisiera
verla, pero aparece un traductor público.
Por la noche
De la pieza de Anabel en Reconquista no quiero ni acordarme
y lo sé porque queda cerca de mi departamento en un piso doce con ventana
directa al río color de león. Me acuerdo que al citarme con ella estuve tentado
a llevarla a mi departamento donde había Whisky helado y una cama como a mí me
gusta , pero pensé en Fermín el portero, con mas ojos que Argos la viera entrar
o salir del ascensor, mi crédito con él se vendría abajo, el que saludaba
conmovido cuando llegaba, entraba y salía con Susana; ME arrepentí apenas subía
las escaleras, pensé en dar la vuelta, pero llegue a un corredor que daba con
un pieza donde estaba Anabel sonriéndome y había Whisky aunque no estuviese
helado. La ceremonia se cumplió sin apuros, Anabel quiso preguntarme sobre como
conocí a Marucha y sobre mi Ex socio, entonces la bese, al despedirnos ella me
sonrió, viendo el dinero que deje bajo un cenicero.
16 de febrero
Mientras estaba ocupado unas traducciones urgentes, la inocente de
Anabel dejo un dibujo en la puerta de mi oficina, eran dos gallinas picoteando
y dos casitas suburbanas, que debe de estar perdido en un libro hasta que se
asome como la foto en una mudanza o relectura.
17 de febrero
No lo llamaré intimidad, porque para eso debí darle a Anabel lo
que ella me daba naturalmente, como hacerla subir a mi casa, aunque siguiera
teniendo una relación entre cliente regular y mujer de la vida. Mi vida la
tenía sin cuidado a Anabel, con sus raras preguntas como: “¿tenias
perro de chico?”; yo ya estaba al tanto de lo de Dolly y Marucha, además de la
vida de Anabel, mientras ella seguía sin saber y sin importarle si tengo
hermanas, primo barítono. A Marucha la conocía desde antes por lo de las cartas
y cuando nos encontrábamos en un café con Anabel. Por una de las cartas a
William me enteré de lo que pasaba entre Marucha y la Dolly, su rivalidad, que
lo llamo el asunto del frasquito no empeoro hasta poco después, antes era para
reírse de la inocencia, porque Anabel que no se separaba de Marucha le conto
William que la Dolly seguía sacándole puntos a Marucha. Anabel me dijo
que interpretaba muy bien porque el cocinero del buque francés les estaba
mandando más regalos y eso se debía al sentimiento que imponía en las cartas.
Anabel me conto lo del Frasquito que ya era el tema de las cartas a William, me
lo conto en su pieza mientras tomábamos Whisky, que él cuando vuelva va a traer
un frasquito, selo dibujo en la servilleta con una calavera y dos husos
cruzados, me pidió que la siguiera pero no entendía por qué y le pregunte
-¿Le hablaste de la Dolly?
-Claro, cuando el vino llegó en un barco me ayudo a acostar a
Marucha que estaba mal y le conté lo de Dolly, y él me entiende todo.
-Espera un poco, ¿vos que hiciste?
-Le rompí la servilleta en pedacitos para que comprendiera Pero él
seguía con el frasquito, que lo iba a mandar para que Marucha se lo
pusiera en un copetín. Además dibujo una cana en otra servilleta y la tachó, de
lo que interpreto que es que nadie se daría cuenta.
Al final Anabel Resulta siendo un personaje ficticio, representado en palabras de Cortázar: "Por que Buscar a Anabel en el fondo del tiempo es siempre caerme de nuevo en mí mismo, y es tan triste escribir sobre mi mismo aunque quisiera seguir imaginándome que escribo sobre Anabel"
Al final Anabel Resulta siendo un personaje ficticio, representado en palabras de Cortázar: "Por que Buscar a Anabel en el fondo del tiempo es siempre caerme de nuevo en mí mismo, y es tan triste escribir sobre mi mismo aunque quisiera seguir imaginándome que escribo sobre Anabel"